Wednesday, November 23, 2011

Insomnio


Cuatro de la mañana. Inmóvil en la cama repasa mentalmente cada sonido de la casa que duerme. El reloj en la cocina y su tictac inexorable; la eterna gotera en el baño que nunca arreglará; los gatos sobre las tejas jugando al amor y a la guerra; la respiración de ella, leve, pausada...
Ella... Años de insomnio le enseñaron a detectar el momento exacto en que por fin se queda dormida: una inspiración profunda como inhalación de buzo buscador de perlas; un suspiro y el ligero temblor en sus dedos finos, tecleando palabras imaginarias en fugaz crispación. Años observándola en la penumbra como nunca lo hizo durante el día, proyectando el camino de su espalda, imaginando el mechón de pelo interrumpiendo su rostro cual azabache antifaz. Cuenta los minutos. Son las cinco. Bosteza, se acomoda pensando sin pensar. A veces quisiera sacudirla de su sueño, mirarla fijamente a los ojos y pedirle perdón. A veces solo desea, sin previo aviso, empujarla de la cama junto con sus valijas y empezar de cero (su humor retorcido lo hace sonreír imaginando la escena). El reloj, la gotera, las preguntas martillean una y otra vez... ¿Cómo fue que las noches se volvieron de hielo? ¿Cuánto hace que se transformaron en extraños? ¿Por qué continúan aferrándose a sus corazones heridos? Afuera, una gata llamada Flora maúlla desconsoladamente. Se tapa la cabeza, derrotado. Mañana será otro día.

Sabrina Bonilla

No comments:

Post a Comment